domingo, 10 de noviembre de 2019

El legado histórico de Velasco Alvarado - por Fernando Villarán (RPP)

Artículo publicado en RPP el 18 de octubre de 2019

Fuente: https://rpp.pe/columnistas/fernandogonzalovillarandelapuente/el-legado-historico-de-velasco-alvarado-noticia-1225145

Un documental sobre la reforma agraria nos propone una narrativa distinta a la que prevaleció después del gobierno de Fujimori promovida por la derecha política. Pensaron que sería un fracaso, pero ha sido bien recibido por la crítica y el público.
Tuvieron que pasar cincuenta años desde que el general Juan Velasco Alvarado promulgara la Ley de reforma agraria; tuvo que producirse un documental, “La revolución y la tierra”, dirigido por un joven cineasta, Gonzalo Benavente (que no había nacido cuando se desató este proceso), para que finalmente pudiéramos reconciliarnos con su verdadero y profundo legado.
La narrativa que ha prevalecido en estos años, especialmente después del gobierno de Fujimori, es que la reforma agraria fue un desastre económico que, en lugar de traer progreso y liberación a los campesinos, los condenó a una mayor pobreza. Que representó un violento despojo de tierras e instalaciones propiedad de empresarios agrarios que no recibieron nada a cambio. Que convirtió la colectivización de las empresas agrarias en cooperativas y empresas sociales, y que esto fue un fracaso, reduciendo la producción de alimentos, azúcar, algodón y otros productos agrícolas y pecuarios.
Todo ello realizado por una dictadura militar que cerró el Congreso, expropió los medios de comunicación, acabando con la libertad de expresión, y deportó a los enemigos políticos del gobierno. Un balance general catastrófico, responsabilidad del peor gobierno de la historia nacional.
La situación que presenta la película es otra. Antes de la reforma agraria de Velasco, tres millones de campesinos vivían en condiciones de servidumbre, trabajando gratuitamente para los hacendados, los gamonales, sobre todo en la sierra del país. No eran ciudadanos, no tenían derechos, vivían en condiciones infrahumanas. Estas relaciones sociales fueron una herencia de la colonia, que los sucesivos gobiernos republicanos no habían logrado erradicar. En los cincuentas, los andes eran un auténtico polvorín, que podía estallar con el ejemplo de la revolución cubana de 1959. Así lo entendió John Kennedy que propuso la Alianza para el Progreso a todos los países de América Latina, en 1962, y cuya primera propuesta era la reforma agraria. Bajo esta impronta, Fernando Belaúnde salió elegido en 1963, con el apoyo de los militares, prometiendo una reforma agraria radical. No la hizo, y las tensiones en el campo se dispararon, incluyendo brotes guerrilleros como los del MIR con Luis De la Puente y el MLN de Heraud.
Velasco Alvarado, un mestizo de Piura, con sangre india y china, se atrevió a realizar una reforma agraria radical, a quebrarle el espinazo a la oligarquía agraria que dominaba el país, liberando a los millones de campesinos de la servidumbre, convirtiéndolos en ciudadanos. El patrón ya no comerá más de tu pobreza, regresa de un letargo de 50 años, y resuena en los oídos de las personas que van a ver la película.
Con el tiempo, y el repetitivo relato interesado de la derecha política, afincada mayoritariamente en los medios de comunicación, sus errores se magnifican, lo traicionan los propios militares, pierde aliados, la gente lo va abandonando. Cuando parecía que nadie daba un real por él, y para sorpresa de todos, en su entierro se aparece la más grande multitud congregada en Lima.
Ahora sucede lo mismo: cuando todos pensaban que la película sería un fracaso, que no duraría ni una semana, las salas se empiezan a llenar, los asistentes aplauden por varios minutos cuando termina; más cines, en todo el país, comienzan a mostrarla ¿Cuántos de los asistentes son hijos, nietos, bisnietos de los campesinos liberados, que muestran así su agradecimiento a Velasco Alvarado?
El tiempo ha logrado despejar la niebla en torno a Velasco, ha hecho aparecer la esencia de su legado: acabar con la feudalidad en el país, con la servidumbre, con el gamonalismo, con la oligarquía agraria. Una auténtica revolución. Lo dijo Hugo Neira: “si Velasco no hacía la reforma agraria Sendero Luminoso ganaba la guerra interna”. Hoy seríamos Camboya y estaríamos gobernados por Pol Pot.
Felizmente para todos, Velasco hizo la reforma agraria, la mayoría de la población realiza un balance positivo de este proceso, y se lo agradece.


jueves, 29 de agosto de 2019

La Camarista - por Leda Perez (El Comercio)

29.8.2019
Hace unos días, la cineasta Lila Avilés ganó el premio de mejor ópera prima en el Festival de Cine de Lima, organizado por la Pontifica Universidad Católica del Perú (PUCP), por su filme “La camarista”. La película me hizo pensar en la importancia de la mirada de quien relata la historia para contribuir a entendimientos más completos de situaciones complejas. En este largometraje, la narración la dicta una joven camarera de un lujoso hotel de Ciudad de México –Eve–, que lleva al espectador hacia sus quehaceres cotidianos.
Mientras acompañaba a Eve, no podía dejar de pensar en el director Alfonso Cuarón y en su aclamada “Roma”, en la que, pese a presentar a Cleo como una mujer inspiradora y colocarla como el personaje central de la trama, el que narra es Cuarón, con base en sus recuerdos de infancia.
Ambas películas han sido dirigidas por mexicanos, un hombre de mediana edad y una mujer joven. La primera relata una experiencia vivida hace casi 50 años, y la otra nos cuenta una historia mucho más actual. Ambas, sin embargo, centran su mirada en las labores de dos mujeres jóvenes, pobres, no blancas y que trabajan al servicio de otros. En los dos casos se nos presenta a personas cuyas existencias sirven para asegurar la comodidad de otros: Cleo lo hace en una casa llena de niños, quehaceres domésticos y dramas familiares, mientras que Eve se dedica a un hotel colmado de personas provenientes de diversas partes del mundo con necesidades de limpieza, alimentación y, muchas veces, atención personal.


Para Cuarón, situar a Cleo como la protagonista de “Roma” fue una manera de honrar a la niñera que jugó un papel clave en su infancia. Sin embargo, al basarse en su propia experiencia, no alcanzó a registrar los complejos sentimientos que –con seguridad– ella sintió con relación a su papel inferiorizado en la sociedad mexicana. En contraste, Avilés coloca la mirada del espectador en Eve, quien nos muestra directamente –a través de sus ojos y sus sensaciones– un testimonio del constante maltrato que sufre en su trabajo.
Por ejemplo, la película comienza con Eve limpiando una habitación desastrosa en la que encuentra a un huésped dormitando debajo de las colchas. Al descubrirse ambos, él solo le hace una seña con la mano para indicarle que se vaya –tal vez avergonzado de que la joven lo haya encontrado en una situación tan desagradable–. Eve también nos lleva al cuarto del huésped malcriado, que constantemente le pide objetos adicionales (el individuo es una suerte de acaparador de jabones y perfumes de hotel) y que, en lugar de agradecerle por su atención, la mira despectivamente. O al de la señora argentina que espera a su marido empresario en el hotel con su bebe, al que debe amamantar, y que engatusa a la joven Eve para que pase todos los días a encargarse un rato del niño a fin de que pueda ducharse tranquila. En contraposición, Eve aprovecha para ducharse en el hotel antes de salir hacia su lejano domicilio, que no cuenta con agua de caño.
Las escenas con la argentina, sin embargo, son engañosas. La señora es amable, aparentemente horizontal en su trato con Eve, y le paga a esta por su tiempo. Sin embargo, viendo la situación a través de la mirada de Eve, se percibe el abismo entre las dos: una cuenta con los recursos suficientes como para emplear a otra, quien, para salir a trabajar, necesita a su vez dejar a su propio hijo de 4 años a cargo de otra mujer pobre.
Al final, el poder está del otro lado y Eve, como tantas otras en su situación, es solo un instrumento que sirve para el momento. La señora parte luego de sugerirle un posible trabajo en Argentina, y ni siquiera se despide.
Y así prosigue la película, escena tras escena de huéspedes inconscientes —o indiferentes—, así como también compañeros de trabajo depredadores. Para Eve no hay un sitio seguro. Esta es su vida. Y Avilés nos lo muestra sin titubear. Así es para tantas mujeres en servicio domestico o de cuidados: mal remuneradas, marginadas, invisibilizadas, blancos para la explotación. Solas. Pero, gracias a Avilés y Eve, no mudas.
https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/camarista-leda-m-perez-noticia-ecpm-670278  

martes, 23 de julio de 2019

Palomitas de Maiz - comentario de José Luis Panero sobre La política va al cine

¡Mis queridos palomiteros! Tecnos lanza ‘La política va al cine’: la realidad supera a la ficción, coordinada por los especialistas política comparada y relaciones internacionales, Manuel Alcántara (Universidad de Salamanca, España) y Santiago Mariani (Universidad del Pacífico, Perú).

Ir al post

lunes, 4 de marzo de 2019

¿Adónde llevan los caminos luego de Roma? - por Leda Pérez (El Comercio)

“En gran parte del mundo, mujeres jóvenes continúan sirviendo en hogares que no son los suyos, a menudo recibiendo poca remuneración, a veces nada”.

Comentario publicado en El Comercio el 20 de febrero de 2019

Fuente: https://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/llevan-caminos-luego-roma-leda-perez-noticia-609416 

Apuesto que “Roma”, la aclamada película del cineasta mexicano Alfonso Cuarón, ganará al menos uno de los premios Óscar. Tan bello como conmovedor, su filme ha sido particularmente celebrado por su enfoque en un personaje bien conocido en América Latina: la trabajadora del hogar. 


Tanto en conversaciones personales como en la prensa, los comentarios han revelado la intensidad de la cuerda tocada en los corazones de algunos que experimentaron infancias de clase parecidas a la que Cuarón tan hábilmente describe en su película. Algunos de los artículos que he leído muestran una suerte de ‘saudade’ en torno a afectos para ex niñeras. Otros centran su atención en la fortaleza de dos mujeres abandonadas frente a una sociedad machista.



Lo que brilla por su ausencia es una reflexión sobre la posición de la protagonista, Cleo, como trabajadora doméstica y cómo –o si– ese rol ha cambiado hoy. No obstante, a través de la mirada de Cuarón, vemos claramente un personaje que no es unidimensional; es alguien con matices, con una vida propia y que experimenta situaciones complejas como se ilustra, por ejemplo, en la escena traumática donde la hija de Cleo nace muerta.

Pero en ninguna parte de esta película el espectador ve o siente la indignación, la frustración, la ira –o incluso la impotencia– de Cleo en su papel de sirvienta. Debo imaginar que alguna vez se habría preguntado por qué no gozaba de los mismos privilegios y de la movilidad social que experimentaban sus empleadores.
Entre las muchas entrevistas que he tenido con trabajadoras del hogar, como parte de mi investigación en curso, puedo dar testimonio de las complejas emociones que coexisten en las personas que realizan este trabajo. He escuchado historias de profundo afecto por los empleadores, inclusive caracterizando la relación como una en la cual ella era vista como parte de la familia. Pero, incluso en esos casos, he descubierto que cuando la superficie se araña solo un poco, surgen muchos sentimientos complicados, a veces contradictorios. Entre ellos la indignación y, a menudo, la confusión que conlleva el no formar parte de la misma familia. El trato es desigual; saben que pueden ser fácilmente descartadas.
Mientras que Cuarón imbuyó el carácter de Cleo con sentimientos y agencia, ese mismo sentido de sí misma no surgió con respecto a su papel como sirvienta. No vemos a Cleo cuestionar su posición en esta familia, su papel en el trabajo o en la sociedad. 


Ni cuando el padre de familia regresa del trabajo y ella se queda afuera con la otra criada, el perro y sus excrementos. El patriarca ni siquiera mira a la persona que abrió las puertas del patio y sostuvo al perro, para poder ingresar con su auto demasiado grande para el estacionamiento. Sin embargo, Cleo no muestra molestia por no ser reconocida como un ser humano, o como alguien amada por ese hogar. Asimismo, después de perder a su propia hija, su empleadora insiste en que Cleo la acompañe en la vacación familiar, la cual culmina en su rescate de los dos niños más pequeños del océano, a pesar de su propia incapacidad para nadar. La película finaliza con un abrazo familiar donde madre e hijos le dicen a Cleo que la quieren.



Cómo se siente Cleo con respecto a su lugar en esta familia que dice que la quiere pero que espera que limpie las deposiciones del perro, salve a los hijos y les sirva en su mesa familiar donde no hay un asiento para ella termina siendo una incógnita irresuelta. 



En gran parte del mundo, mujeres jóvenes continúan sirviendo en hogares que no son los suyos, a menudo recibiendo poca remuneración, a veces nada. Y todavía hay divisa en la idea de que, debido a la proximidad compartida y la responsabilidad que les incumben, son parte de la familia. Pero no lo son. No ocupan espacio igual; no se sientan en la misma mesa; su tiempo no es el suyo; no gozan de los mismos derechos. 



La servidumbre sigue siendo una institución en América Latina. Las personas que hacen este trabajo son invariablemente no blancas y migrantes. Y son mujeres. Supongo que por eso prefiero tener una conversación sobre por qué es así; por qué los parques siguen llenos de niñeras uniformadas corriendo detrás de los niños de otras personas, en lugar de disfrutar de los medios para pasar el tiempo con los suyos.

Green Book: Viajar es fatal para los prejucios - por Mario Granda (RPP)

La ganadora del premio Óscar a la Mejor Película se inspiró en una guía de viajes creada para que personas de raza negra pudieran viajar seguras en un país aún dividido por el racismo. No obstante, también fue una forma de ejercer un silencioso pero constante activismo.

Por: Mario Granda
Comentario publicado en el portal de RPP el 27 de Febrero de 2019
Fuente original: https://rpp.pe/columnistas/mariocarlosgrandarangel/green-book-viajar-es-fatal-para-los-prejuicios-noticia-1182930 
La película Green Book (2018), que acaba de recibir el premio Óscar de la Academia a Mejor Película, relata los viajes que realiza un pianista afrodescendiente durante una gira de conciertos por el sur de los Estados Unidos a comienzos de la década de 1960. El Cadillac Sedan en el que viaja Don Shirley (Mahershala Ali) es conducido por Tony Lip (Viggo Mortensen), un matón de casinos neoyorkino de origen italiano que también tiene la tarea de protegerlo si es que a lo largo del camino surgiera algún peligro.
Sin embargo, el verdadero guion de la película no se encuentra tanto en las peripecias que envuelven a los dos viajeros sino en la guía de viajes –el Green Book– que utiliza Tony para saber cuáles son los hoteles, restaurantes, sastrerías y cualquier otro tipo de establecimiento que permite la entrada de la población negra. En el filme, el virtuoso Don toca sus piezas en los mejores salones para aristócratas blancos, pero cuando es hora de dormir tiene que pasar la noche en las pensiones solo para aquellos de su condición. Si se atreve a entrar a un bar reservado para blancos, puede terminar golpeado; si quiere comprar un terno para él, los vendedores no se lo ofrecerán. En más de una ocasión, Tony tiene que mostrar sus fuertes brazos y usar su replana para que las cosas no terminen mal.

. | Fuente: The Green Book - Carátula 1949
El Green Book que Tony lleva en sus manos se inspira en una guía de viajes norteamericana que se vendía bajo el nombre de The Negro Motorist Green Book. La guía apareció por primera vez en 1936 y con el tiempo se convirtió en el libro obligado de todo hombre o mujer de raza negra que deseara recorrer un país todavía dividido por la doctrina del racismo. Para no correr con posibles riesgos, la guía proveía los nombres de las tiendas, garajes, gasolineras, salones de belleza, farmacias, sastrerías, nightclubs, licorerías y otros establecimientos que aceptaran a los viajeros de color. Una copia de la guía del 1949, disponible en internet, revela también que una de las preocupaciones de estos viajeros no solo eran las posibles agresiones sino la deshonra pública por la que podían pasar al poner el pie en un lugar equivocado.
El Green Book lo sabía muy bien, y es por eso que en una de sus páginas dice: “¡Ahora podemos viajar sin humillaciones!”. Además de la información sobre Estados Unidos, también se encuentran referencias para los viajeros que quisieran ir a Alaska, Canadá, México o las Bahamas. También hay espacios para algunas reseñas turísticas y para la publicidad. En una de las páginas encontramos una noticia sobre la ciudad de Robbins, en el estado de Illinois, que el autor invita a visitar; la ciudad destaca porque es “una ciudad apropiada y supervisada por negros [negroes]”. La compañía Ford, consciente del mercado emergente de la comunidad negra norteamericana, tiene reservada una amplia nota y una fotografía del último convertible que ha salido al mercado.
Precisamente, uno de los factores que ayudó mucho a la popularidad de la verde guía fue el interés de las familias negras por los automóviles, pues los autobuses eran los espacios en los que recibían mayores agravios. El éxito del pequeño libro de no más de cien páginas fue tal que estuvo a la venta durante treinta años (desde 1936 hasta 1966) y en sus mejores tiempos llegó a imprimir 15 000 copias. El creador y el editor de la guía fue Víctor Hugo Green, un cartero del servicio postal que a lo largo de sus recorridos descubrió las dificultades que podían tener personas como él.
En la carátula de la copia que tenemos se encuentra una cita de Mark Twain, infatigable viajero del sur: “Travel is fatal to prejudice” (“Viajar es fatal para los prejuicios”). Pero verdaderas dotes literarias de Victor Hugo (además de su nombre) se encuentran en la extensa presentación de la guía. En ella el escritor conjetura tiempos mejores para los de su comunidad: “Llegará alguna vez el día en el futuro cercano en que esta guía no será publicada. Eso ocurrirá cuando nosotros, como raza, tengamos en los Estados Unidos oportunidades y privilegios iguales. Será un gran día para nosotros suspender esta publicación, pues allí podremos ir donde deseemos sin humillaciones”.
Green no pudo ver este momento, pues murió en 1960, seis años antes de que la guía dejara de publicarse. No obstante, sus palabras todavía sirven a muchos para seguir en la procura de una existencia más justa.